"Existe cierto tipo de injusticia ante la cual sólo cabe el castigo más severo. Como ese punto límite tras el que se desencadenarían todas las iras de un hombre, aquello que fílmicamente se convierte en una carrera de fuego, muerte y destrucción. Una carrera por salvar la inocencia a toda costa, la propia, la del vecino, la del pasado y la del presente, la del mundo entero. Ante ese reto, la cualidad representacional de la action-movie, y concretamente en esta excepcional cinta de Mark L. Lester, ofrece una imagen ruda y sensible al mismo tiempo. Empieza mostrando el mal de los que matan o manipulan por autoritarismo o por simple egoísmo, para dar paso a un paisaje montañés y bucólico, allí donde habitan el bien, la ternura y la disciplina. En este caso, la inocencia aparece representada en la hija de John Matrix, cuyo secuestro motiva la sentencia por el fuego y la muerte, pero además de eso es el hecho de haber profanado un terreno especial, protector e íntimo, el hogar de Matrix y de su mundo particular, el ambiente bucólico donde la inocencia puede ser protegida de los males de la civilización. De ahí que se desencadene el fuego de la muerte, el músculo del guerrero y la persistente mirada del tigre hambriento."