"Ante todo una espectacular locura sin ton ni son, aunque llega a parecerse a un manifiesto del desinterés o de la irreverencia de aquel primer Spielberg hacia los grandes iconos de la patria ( ¡un capitán del ejército que prefiere entrar en la sala de cine para ver "Dumbo" antes que inspeccionar debidamente los frentes!) y de la cultura popular norteamericana. El Spielberg que prefiere las estrellas a la familia, y su propio divertimento cinéfilo por encima del compromiso político y social. De lo que quedó de la aportación de John Milius se puede percibir un sentido iconoclasta en el conjunto, pero desde luego que no llega a eso. Lo más destacado es la pulsión libidinal que ridiculiza a la soldadesca yanqui, con una magnífica introducción; una mujer desnuda agazapada al mástil de un submarino japonés, mientras uno de los nipones, al verla, grita:¡Hollywood!."
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