
"1989. Un James Cameron absolutamente alucinado y alucinante, empezando con Nietzsche y terminando a lo Walt Disney. Mezcla de aventuras submarinas, acción, suspense y religión new age. Cameron fue el Spielberg de los camioneros, sin la precisión técnica y la elegancia de éste en el manejo de la cámara y la puesta en escena, pero igualmente imaginativo, eficaz, y siempre sabía cómo tocar la fibra sensible de los espectadores"
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